La dulzaina es un instrumento de viento, parecida a la chirimía, pero más corto y de sonidos mas altos, se compone de un tubo cónico con siete agujeros taponados con llaves de metal, más » la octava». Sus sonidos son muy característicos y un instrumento ideal para las danzas tradicionales de Castilla y León: fiestas patronales, romerías, procesiones, rondas, etc., interpretando danzas, jotas y demás motivos de estilo y carácter netamente folklórico y popular. En San Juan de la Nava la dulzaina se la conoce popularmente como «gaitilla».
La dulzaina se toca en muchas zonas de España, en Aragón la llaman «gaita», en Valencia la llaman «donÇaina», en Cataluña «gralla» y en el País Vasco » chambela», pero donde ha alcanzado más raigambre, ha sido en las distintas provincias castellanas.
La dulzaina en Castilla y León, se acompaña la mayoría de ellas de tambores tipo caja o redoblete.
Si se considera, la «Bola del Rollo» un símbolo de San Juan de la Nava, otro aspecto que da carácter al pueblo son los dulzaineros » La gaitilla de San Juan».
El tesón de algunos hombres, el esfuerzo por animar las fiestas propias y la de los pueblos cercanos, ha llevado a consolidar una tradición musical. A lo largo de los años se ha mantenido esta tradición, de contar entre los vecinos la afición de tocar la dulzaina, el tambor y el bombo, también ha sido en muchas épocas de tradición familiar. Existen numerosos datos en las Cuentas del Ayuntamiento, (Archivo Provincial de Ávila), donde figuran los gastos y gratificaciones que les daban por tocar en las fiestas de octubre, en Navidad y Carnaval.
Entre otras fechas aparecen en 1888, Galo Lázaro (que era barbero) y Silvestre Hernández cobrando 7´50 pesetas cada uno, así cambiando las cifras transcurren los años, 10 pts., 10´50 pts, 12´50 pts…., En esos años siempre los dos, diferenciando a veces la cuantía, cobrando Galo 12´10 pesetas y Silvestre 10 pesetas. Así consta hasta 1907. Posteriormente habría otros, después también recordamos a Valentín Rodríguez. Valentín Rodríguez (*16/12/1902), todavía le recuerdan los mayores del pueblo, pues tocando su dulzaina disfrutaban en las rondas, bodas, fiestas y bailes de los domingos, le acompañaron al tambor Alejo y Eugenio Hernández, hijos del pueblo. Después de 30 años tocando, continuó Benjamín García, que aportó también su ilusión, hasta que se fue a Madrid el año 1958.
Continuó Crescencio Rodríguez, tras tocar el tambor acompañando a su padre Valentín y a Benjamín.»Crece» como familiarmente se le conoce en el pueblo, formó pareja con Santiago Zazo y Eugenio Hernández al tambor en diferentes épocas, amenizando igualmente muchos años los días festivos del pueblo y alrededores.
Actualmente quien ha continuado esta tradición es el joven David Yuste, apoyado por su padre Juan Yuste Gil, que tocaba el tambor y sintió profundamente este bello oficio.
David forma parte del Grupo de Dulzaineros «Los Sanjuaniegos», al residir en Madrid, ha ampliado su campo de actuación a diversas provincias. Faltan otros nombres que participaron para mantener esta tradición sanjuaniega, pero no hay constancia de ellos. Cabe solo con este grato recuerdo para todos, agradecerles su dedicación y esfuerzo, pues lograron y logran llevar lejos, el nombre de San Juan de la Nava, trasmitiendo ilusión y alegría.