El haber escrito dos artículos sobre la estancia de dos pintores conocidos en San Juan de la Nava, Benjamín Palencia, que consiguió el primer premio de la 1ª Bienal Hispanoamericana del año 1953 y Nicolás Martínez de Zárate ya en 1965, dio motivo a una conversación con nuestra paisana Claudia Pascual Martínez, expresando sucintamente que en el año 1940 “Vino al pueblo un pintor, se llamaba Julio, estuvo varios meses pintando a sanjuaniegos y sanjuaniegas, después se fue, creo que a Barcelona, ganó un premio y decían que al poco tiempo murió…”
Era suficiente para motivar mi curiosidad, lo comenté con otros vecinos de mayor edad, conocían más datos sueltos, pero todos recordaban a aquel pintor; como es lógico aumentó mi interés y volví a hablar con Claudia(1). Aportó más detalles describiendo algunos cuadros que había visto, indicando a algunos vecinos y vecinas que habían posado para el artista. ¿Quién era?, ¿de dónde era?… Julio…, Don Julio le llamaban, pero ¿qué más?…, difícil, pero había que buscar datos; por interés y tiempo no iba a ser. Cada vez que salía el tema de “D. Julio el pintor” nuestros paisanos contaban retazos sueltos del pasado, había trascurrido mucho tiempo, en esas fechas eran niños y niñas, los recuerdos volvían y todos transmitían la buena opinión que tenían de ese hombre, que alteró y conmocionó sensiblemente la vida cotidiana, en ese año 1940, tan triste, (había terminado la Guerra Civil, con carencias de todo tipo, habían perdido la vida en esa contienda numerosos españoles, también sanjuaniegos y sanjuaniegas). Sigamos su historia.
Parece ser que vino a San Juan de la Nava y se quedó varios meses, se hospedó en la posada de Tomás Zazo, debajo de la plaza, contigua al Ayuntamiento, después también residió en la casa del cura párroco, por entonces, el que había no vivía en el pueblo, en la calle Jesús Martínez, donde hubo un salón de baile, junto a un mesón hoy ya cerrado.
Situó su estudio en el Ayuntamiento, por los datos recogidos, tenía un carácter muy afable, conectó fácilmente con muchos vecinos, pues a muchos de ellos los pintó. Tenía como objetivo de su pintura, inmortalizar y dejar constancia de las tradiciones y costumbres.
Su pintura era muy colorista y realista, recreando con sus pinceles, escenas típicas, como una boda, una comida familiar en la que el padre bendice el pan que se van a comer dando gracias a Dios, pintando sus ropas cotidianas y de gala, aquellos trajes de la época: faldas, chambras, manteos y pañuelos de las mujeres, así como los sombreros, blusas, pantalones, fajas, zahones, polainas y abarcas de los hombres. Esas escenas las decoraba pidiendo utensilios que veía en las casas, que daban un sabor sanjuaniego y castellano de la época, como: tinajas, pucheros, platos, jarras, cantareras, vasares, alforjas, mochilas de pastor…, en algún cuadro, recuerdan y cuentan que llegó también a pintar alguna oveja y corderos. Precisan más, varias de las personas preguntadas recordaban también nombres de vecinos y vecinas, que habían hecho de novia, novio, personajes de un entierro…, hasta citan a una paisana que representó a una mujer muerta, en una escena doliente de un funeral. Parece ser que recibían una compensación económica, por las horas que dedicaban a posar para el artista. El recuerdo del pintor es muy importante, valorando todos, los numerosos lienzos, “grandes y pequeños” que realizó en su estancia en San Juan de la Nava. Pero, ¿quién era ese pintor que les impactó tanto?.
Cuentan que llegó a sentirse uno más en el pueblo y calar en el ambiente de la época. Se deduce que era un pintor que venía a plasmar en sus cuadros aspectos etnológicos, posiblemente a pintar tipos y ambientes populares para luego hacer nuevas composiciones.
Después de varios meses, finalmente hizo una exposición en el Ayuntamiento, siendo admirados sus cuadros por todos, especialmente por los protagonistas de los mismos y de los que habían aportado enseres, para enriquecer las escenas representadas.
He dedicado tiempo a buscar más información, en el Ayuntamiento no hay constancia de su presencia y ha sido difícil avanzar en la investigación, la búsqueda ha sido complicada, al principio un poco a ciegas, pero después indagando en la Biblioteca Nacional, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en el Archivo General de la Administración, Museo Reina Sofía, Hemeroteca Municipal, Asociación de Pintores y Escultores en Madrid y en Barcelona y en otros museos provinciales a través de Internet. Al final obtuve algunos datos para saber algo más de “nuestro pintor”.
Veamos los hechos y su historia:
Como indicaba, un cuadro que pintó al final de su estancia en San Juan de la Nava, fue una escena fúnebre. Por aquellas fechas, concretamente en el mes de mayo de 1940, falleció una joven de 25 años y parece ser que D. Julio se acercó al velatorio, que como era costumbre solía hacerse en el “medio casa” (2) cerca de la puerta de dos hojas (una de ellas partida) que tenían todas las viviendas. Su sensibilidad de artista ante la presencia de la muerte, le causó un gran impacto emocional y comprendió, que su fuerte dramatismo podía ser motivo para ser llevado a un lienzo(3), por lo que posteriormente preparó un escenario parecido e hizo una composición igual de sencilla como la que había vivido. Llamó a Juana Meneses Arroyo que por entonces tenía 17 años y le pidió que posase para él, haciendo de muerta, su madre tuvo reparos en darle permiso y finalmente para que accediese, le dijo que podía también posar ella como madre doliente y así se hizo. También en el “medio casa”, de la posada de Tomás Zazo, tendieron una colcha en el suelo, encima una sábana blanca, una almohada y dos velas, una a cada lado, colocando a Juana vestida de negro, vestido que imitaba a los de las bodas de entonces, con el que tenían por costumbre amortajar en caso de fallecimiento, …joven y guapa, parecía dormida. Al lado se colocó sentada su madre Isidora, vestida de negro con un pañuelo en la cabeza, inclinada hacia su hija, con expresión muy triste… Así nos lo describe hoy Juana, su protagonista. El cuadro no necesitaba más, por lo que nuestro pintor realizó su trabajo creativo en varias jornadas… -Me gustaría haber encontrado el cuadro-… Esta descripción permite imaginárselo, tuvo que impactar por su fuerza emotiva… Pero ¿qué pasó con los cuadros, o con esté cuadro en concreto?.
- Julio una vez terminada esta pintura y concluida el resto de la obra, hizo una exposición en el Ayuntamiento, propuesta por él, pero escuchando también a las mujeres, que le decían muchas veces que querían ver sus cuadros.
Esa exposición final, la recuerdan varias sanjuaniegas que por entonces, como dije, eran casi niñas y “correteaban” entre las personas más adultas, que fueron a ver el gran trabajo artístico realizado. Una obra interesante, que causó muy buena impresión. De ahí su recuerdo.
Después de aquellos meses de estancia y trabajo en San Juan de la Nava, en los que se ausentó muy pocos días, D. Julio se marchó y solo sabemos lo de: “que se fue a Barcelona, ganó un premio y murió pronto…”¿?.
Tras varios meses de revisión de documentos, periódicos y datos en enciclopedias sobre pintura española del siglo XX, di con numerosos pintores llamados así, Julio, revisé sus biografías, pero con las fechas y haber ganado un premio, solo encontré un “Julio Martín González”, natural de Pajares de Adaja, nacido en el año 1909, vivió en Barcelona, se presentó en el año 1941 a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid(4) que organizaba el Ministerio de Cultura cada dos años desde 1865. La convocatoria anterior había sido en 1936, la cual quedó inconclusa, pues apenas estuvo expuesta un mes, al iniciarse la cruenta Guerra Civil, por lo que no se llegó a fallar, ni entregar los premios.
Esta Exposición tenía un reconocido prestigio, por ese motivo a su convocatoria acudían los mejores pintores de la época.
Ese año se exigió un documento de adhesión al nuevo Régimen Político. Se permitió admitir los cuadros presentados en la convocatoria anterior. Se expusieron las obras, (podían participar pintores, escultores, arquitectos y algunos años se abrió a artes decorativas).
El lugar de la Exposición fue el Parque del Retiro de Madrid, en el Palacio de Cristal y en el Palacio de Velázquez, pues el número de obras ese año pasaba de 350, dado que algunos artistas se presentaban hasta con 3 ó 4 obras. ¡Allí estaba JULIO MARTÍN GONZÁLEZ!. Figuraba su aportación en la Sala nº XVI con el número de obra: 248, el título del cuadro: “Ante la hija muerta”, ¿suena de algo?… Había presentado otros dos cuadros: “El Picarón” y “El tuerto del Barraco”, (…el camino de búsqueda era acertado).
Podía ser nuestro pintor… ¡era nuestro pintor!, coincidían las fechas, pintó en San Juan de la Nava en varios meses de 1940, volvió a Barcelona y presentó sus obras en el 1941.
La Exposición fue inaugurada por el general Francisco Franco el día 11 de noviembre de 1941. Los críticos de arte de los periódicos de la época se hicieron eco de la obra, aportando elogios y consideraciones muy interesantes(5), destacan y describen la obra: “Ante la hija muerta”, era un cuadro de 3´20 m. por 2´26 m., (grande), (el pintor lo había tasado en 10.000 pesetas). Con varios personajes más, no sólo con Juana e Isidora, había completado una composición mayor, utilizando algunos de los tipos y ornamentos que había plasmado en otros lienzos, aportando más dramatismo y carácter a la composición(6).
El fallo del Jurado se hizo público el 12 de diciembre de 1941, (así aparece en el Diario ABC del día 13). D. Julio ganó la 3ª Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes(7), junto a Benjamín Palencia, que también logró la 1ª Medalla posteriormente, en la siguiente Bienal de 1943.
Continuando su biografía se sabe que expuso su obra en Barcelona y en alguna ciudad más, unas veces de forma colectiva (junto a otros pintores) y también de modo individual.
…Julio Martín González. El siguiente paso era buscar su partida de nacimiento en Pajares de Adaja (Ávila).
Aquí se inicia una nueva motivación. Revisados los documentos municipales así como el libro de bautizos del Archivo Diocesano de Ávila, compruebo que únicamente en esa fecha, 4 de abril del año 1909, nació “Abilio Martín González”. ¡Si!, confirmado, se cambió el nombre, y firmó sus cuadros con el de Julio, tal vez entendió que era más propio para un pintor. Era hijo de un secretario que hubo en el pueblo, hijo a su vez de un notario de Ávila. Con los años la familia se trasladó a Barcelona y desde allí, de su domicilio de la calle Marina nº 189- 6º tercera, envío sus obras a la Exposición Nacional citada, como consta en su envío por ferrocarril a su representante en Madrid, Alejandro Despierto, en la calle Lavapiés nº 11-3º E.
Posteriormente he seguido al pintor en otras exposiciones, de la que se hace eco el diario La Vanguardia de Barcelona en los años 1942 y 1943 con cuadros titulados: Bodas de oro.- De la vieja raza.- El noi de Tona.- El timbalero de Castellbisbal.- Pescadores de Bagur.- Mendigos trashumantes.- La señorita Enriqueta Pardo.- Talaverana.- Guerrillero del Bruch.- entre otros. Siempre presentados en la desaparecida Galería ARTE en la calle dels Arcs 7- pral. de Barcelona, junto al actual Real Círculo Artístico. Después de esas fechas no he encontrado ningún dato más. ¿Qué pasó?, ¿se fue a otro lugar?, ¿murió como decían?…
No se terminan aquí los hechos, quedan abiertos a nuevas indagaciones que den más luz de la obra pictórica y el camino vital de nuestro pintor. Las interrogaciones siguen ahí.
Finalmente, sirva esta investigación como un homenaje para él, para las personas que posaron como modelos y también para Claudia y todas las personas que guardan esos bonitos recuerdos.
Ha sido un placer recuperar esta bella historia.
Saludos y gracias a todos. Juan García Yuste.-2014
—- DATOS COMPLEMENTARIOS DE 2015 —
Una vez publicado este artículo queremos recoger el testimonio de Margarita Hernández Varas, hija de Juan Hernández Zazo y de Valentina Varas Hernández, sanjuaniegos, modelos del pintor y amigos.
Nos cuenta Margarita (niña entonces con 5 ó 6 años) que Julio, nuestro pintor, volvió de nuevo al pueblo en el año 1943, (ya había recibido su importante premio y realizado numerosas exposiciones como se ha indicado). Esta vez vino acompañado de su mujer. Alquilaron una casa en la calle Jesús Martínez, de nuevo instaló su estudio en la casa parroquial y durante varios meses pintó más escenas y ambientes sanjuaniegos, repitiendo a veces como modelos a los que había pintado anteriormente (también a Margarita y a sus padres). Hicieron más amistades.
Terminada su obra en el pueblo, con intención de volver, dejó parte del material de pintor en casa de Juan Hernández (caballete, un maniquí, algún bastidor, pinturas, etc.). No se vuelve a saber nada hasta el año 1946, cuando recibe Juan Hernández dos cartas (espaciadas en el tiempo) de su amigo Julio, vienen de Méjico, donde se había ido a vivir. En esas cartas cuenta Margarita, que estuvieron guardadas muchos años en su casa, no se contestaron, tal vez por cuestiones económicas, o preocupaciones culturales o políticas, en ellas Julio recordaba con mucho agrado y cierta nostalgia el tiempo vivido en San Juan de la Nava, hablando de la familia de Juan, del buen trato recibido y de los niños pequeños de la familia, por los que llegó a mostrar gran afecto. Comentaba, tener como posible proyecto, un sueño, volver y comprar alguna «casita» en la cual poder disfrutar del ambiente y de la vida que había llevado…
Así volvemos a perder a Julio Martín González… nos queda la esperanza, de saber algo más de su trayectoria vital y profesional como indicábamos anteriormente…
NOTAS:.–
(1).-Agradecer la información inicial de Claudia Pascual Martínez, sin la cual no hubiera conseguido dar a conocer esta interesante historia, que confirma el valor que tenía y tiene, nuestro entorno sanjuaniego, para los artistas del siglo XX. Por otro lado se dieron a conocer aspectos del atuendo y costumbres, que conforman nuestro pasado.
(2).-Medio casa: Zona amplia tras la entrada, muy típica de las casas tradicionales de San Juan de la Nava, que hacía de distribuidor a las restantes estancias.
(3) Esta temática trágica, de sentimiento y costumbrista era muy valorada en la mayoría de las escenas que representaban las aportaciones artísticas a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Por citar algún cuadro sobre el tema y aprovechando el nombre del pintor, podemos recordar el famoso lienzo de Julio Romero de Torres “Mira que bonita era” también premiada en 1885 y con la misma temática funeraria.
(4).- Bibliografía: Historia y critica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, celebradas en España. Autor: Bernardino Pantorba.
(5).- Cecilio Barberán crítico de arte del diario ABC decía el 25 de noviembre de 1941: “Solicita nuestra máxima atención en esta sala nº 16, el cuadro de género titulado “Ante la hija muerta” que expone Julio Martín González. Esta obra revela a un pintor de excepcional temperamento, y decimos que lo revela, porque éste, sin preparación de estudio alguno, aborda y resuelve un cuadro, que si hoy por su emoción de su asunto nos impresiona, también nos hace adivinar lo que un gran temperamento como el de este artista puede producir mañana, cuando estén encauzadas por el estudio, lo que puede llegar a ser este novel artista se manifiesta en este cuadro”.
(6).- De nuevo Cecilio Barberán describe: …cuadro de enormes dimensiones, debido al pincel de un autodidacta….(cita también algunos defectos)…, El lienzo se compone de siete personajes, a tamaño natural, … (junto a la madre y la hija, destaca…), hombre de frente y de pie, mujer arrodillada en el grupo de la derecha, el hombre de la izquierda… tiene tratado el ropaje con una amplitud magnifica, la composición, toda ella es justa, natural, medida y bien dispuesta; y los platos de la izquierda ejecutados con exactitud precisa…. El autor, persona perdida en las tierras abulenses, pintando por afición, lejos de toda enseñanza, ha hecho en esta obra milagros…
(7).- La tercera Medalla estaba dotada con un Diploma y 3.000 pesetas.